
El pavoroso incendio que asoló la sierra zamorana de La Culebra durante cinco días de la semana pasada ha vuelto a escribir una “crónica negra” en la mal llamada España vaciada, que está quedando arrasada y ha sido abandonada a su suerte por las administraciones públicas. Se quemaron más de 30.000 hectáreas de monte bajo, pastos, cosechas, pinares, robles… además de producirse la muerte de miles y miles de animales, y poner en serio peligro a los habitantes de varios pueblos. Algunos lloraban su mala suerte al ver perdidos “árboles que plantamos nosotros mismos hace 50 ò 60 años”.
Es clamar en el desierto, como ha sucedido en otras catástrofes similares, pero cabe destacar que hace años se encargaban del cuidado de los montes los vecinos de las localidades colindantes y no había que lamentar fuegos como el que nos ocupa. Pasa igual con los ríos, que las administraciones competentes prohíben limpiar y, cada equis años, producen graves inundaciones.
Esta contraportada es un lamento por lo sucedido, un acto de solidaridad con los afectados y un llamamiento a quien corresponda para que tome las medidas necesarias que eviten que vuelvan a suceder hechos parecidos en el futuro.
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Reportaje fotográfico en nuestra edición impresa.