
Manteniendo viva una tradición que perdura en el tiempo, desde hace más de 350 años, la Cofradía de Jesús Nazareno de Villalís y Posada de la Valduerna retomó la procesión del Viernes Santo, después de la pausa obligatoria provocada por la pandemia. Esta procesión unió de nuevo ambas localidades bajo un mismo espíritu y sentimiento compartido por los cofrades, así como por el público presente, quien en silencio acompañó a la cofradía y sus cuatro imágenes en su camino de Villalís a Posada.
La primera de ellas, que iba en cabeza, fue la de Jesús de la Paciencia, seguida de Jesús Nazareno y Jesús Crucificado, mientras que, cerrando la marcha, se encontraba La Soledad. De añadir el ritmo y marcar el paso a la procesión se encargaron los más de una decena de músicos hermanos cofrades, quienes trabajaron duro practicando y ensayando a lo largo de estas últimas semanas. Tras poco menos de una hora, en “El Encuentro”, el párroco Vicente Castro pronunció unas emotivas palabras en el habitual sermón.
Una vez terminada la procesión, tuvo lugar el reparto de hogazas de pan, como es costumbre, para cada uno de los hermanos misados.
El evento, en definitiva, revivió las calles de dos pueblos que, como muchos otros, ansían salvaguardar sus tradiciones e historia.
Alicia F. Bajo