Marta del Riego Anta
Pequeño Zar se pone su chaleco y su clavel en el ojal; yo, mi mantón y mi flor en el pelo, y nos tiramos a la calle. Es San Isidro, patrono de Madrid. Como vivo en el centro, veo aparecer a las chulapas y chulapos como aves precursoras de primavera. A mí lo del chotis y la zarzuela siempre me ha hecho mucha gracia. Quizá por mis abuelos. Mi abuelo Miguel tenía una caja de vinilos de 45 revoluciones, uno de ellos era La Violetera de Sara Montiel, su canción favorita. A mi abuela Carmen le encantaba el chotis y el pasodoble, y lo bailaba muy tirada para atrás. Y luego este ambiente me recuerda todas esas películas musicales españolas folclóricas de los años 30, 40 y 50 que echaban por la tele cuando era niña. Me sentaba con mi abuela a verlas. Estrellita Castro, Juanita Reina, Suspiros de España, La Lola se va a los puertos… Esas mujeres teatrales, con los ojos sombreados con kohl, el rizo de “sígueme nene”. Heroínas de otra época que una niña criada con la banda sonara de Alaska en La Bola de Cristal veía con absoluta normalidad. Me parece fascinante ese batiburrillo que tenía mi generación en su infancia. Las influencias culturales eran de más amplio espectro que las que experimenta Pequeño Zar…
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