Marta del Riego Anta
El marido de mi amiga J. se golpeó la cabeza en un accidente de esquí y entró en coma. Mi amiga J. es argentina, pero vive en Nueva York y, cuando todo sucedió, estaba de vacaciones en su país con sus dos niños pequeños. El pronóstico de su marido era muy negro, estaba en el punto más bajo de la Escala de Glasgow, la que se utiliza para clasificar los estadios de consciencia en un coma. El punto más bajo es como decir que era un vegetal. No se sabía si iba a salir del coma. No se le podía trasladar en avión. Y no se le podía aplicar ningún tratamiento. Solo cabía esperar. Y rezar.
Pero mi amiga no perdió la esperanza. Lo primero que hizo fue escolarizar a sus hijos en el mismo colegio al que ella iba de niña.
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