Pedro Rubio
Hedy Lamarr es quizá la científica más atípica de la historia. Los que vimos las películas de la época dorada de Hollywood la reconocemos. Fue considerada la mujer más bella del mundo y su rostro inspiró el de Blancanieves. Su vida fue de película. De origen judío era ya una superdotada en el colegio. Sus padres la casaron con un nazi fabricante de armamento y pudo conocer a los jerarcas y la tecnología armamentística nazi antes de huir de su marido disfrazada de criada. Llegó a Estados Unidos y triunfó en el cine, pero su pasión seguía siendo la ingeniería, a la que se dedicaba cuando podía. En la II Guerra Mundial ofreció sus conocimientos como ingeniera al ejército americano, que no la tomó en serio y le pidió que ayudase con su belleza vendiendo bonos de guerra. Ofreció un beso al que comprara 25.000 dólares y en una noche recaudó 7 millones. En la guerra, la comunicación por radio era fundamental y también se estaban experimentando sistemas de guiado de armas por control remoto. La transmisión por radio era totalmente vulnerable a las interferencias y era fácil localizar al emisor.
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